La Frase de la Semana

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sábado, 14 de abril de 2018

Discurso que pronuncié en la plaza «24 de Julio» de Guatire, Venezuela con motivo del 187° aniversario de la muerte del Libertador


«Creemos en la resurrección de los héroes y en la vida perdurable de los que, como tú, Libertador, no mueren, cierran los ojos y se quedan velando». 
MIguel Angel Asturias

Discurso pronunciado en la plaza «24 de Julio» de Guatire, Venezuela, el 17 de diciembre de 2017 en la conmemoración del 187° de la muerte del Libertador Simón Bolívar. 

Señores: 

Hace 187 años el Libertador y Padre de la Patria Simón Bolívar inició su entrada a la eternidad. Tenía 47 años de edad y sus últimos veinte años los dedicó por entero a la causa de la independencia de medio continente y a la formación de un nuevo mundo. 

Y Bolívar, cual redentor del Nuevo Mundo, sufrió los dardos de la traición, del encono, de la perfidia. Su médico nos dice, en su último boletín que su agonía comenzó a las 12 del mediodía. Es cierto si hablamos del cuerpo del Libertador, pero si hablamos de su ser, de su esencia, realmente comenzó hacia mediados de 1826, cuando, estando en Lima, le llegaron las inquietantes noticias de que Venezuela estaba al borde de una guerra civil. 

Para colmo, en ese mismo año, un Golpe de Estado derroca al presidente de Bolivia, el general Sucre y aunque éste logró sofocar la intentona, lleno de frustración prefirió renunciar y regresar a Ecuador, donde lo esperaba su esposa. 

El Libertador, desde Lima, en el centro de la cordillera andina, veía que su obra comenzaba a desvanecerse. En su misma patria natal la oligarquía pretendía separar a Venezuela de la Gran Colombia y el Congreso de Panamá se disuelve sin lograr la tan ansiada unión de los países, antes colonias españolas. Por otro lado los países europeos, reunidos en la Santa Alianza mostraban señales de querer invadir América y devolvernos al tiempo del coloniaje y el vasallaje. Y tampoco olvidaba el Libertador, el poderoso país que nacía en el norte: Los Estados Unidos, donde apenas tres años antes uno de sus presidentes le había dicho al mundo que “América era para los americanos”. Un juego de palabras que sólo escondía una pretensión que cincuenta años antes el Conde de Aranda ya había visualizado: Los Estados Unidos, una vez se hicieran fuertes, se lanzarían a apoderarse de los países de la América meridional, que era el nombre que en ese tiempo le daban a los países antes colonias españolas. 

Y como si todo esto fuera poco, el imperio del Brasil amenazaba con expandirse hacia el sur a costa de apoderarse de la Banda Oriental (hoy Uruguay) y de parte de Bolivia.

¿Qué podía hacer un hombre solo contra tan colosales enemigos y adversas situaciones? Todos estarán de acuerdo conmigo en que muy poco. Sin embargo el Libertador aceptó el reto. No olvidemos que años antes había dicho que él era el hombre de las dificultades, de modo que estaba dispuesto a dar la pelea por Nuestra América. 

Comenzó una titánica labor epistolar a la par que se vino a Venezuela para evitar la guerra civil e impedir la separación que Páez impulsaba. El 31 de diciembre de 1826 puso pie en Puerto Cabello y días después, en Valencia, se entrevistó con Páez y logró, por los momentos salvar la unión. 

Seis meses después regresó a Colombia. Pero los problemas seguían. Ahora era el Perú el que amenazaba a la Gran Colombia. 

En medio de este caos el Libertador convocó a una convención para que fueran los pueblos los que decidieran el destino de la República. Pero nada se logró. El país se partía en pedazos y a nadie, excepto a Bolívar, parecía importarte. 

La Convención de Ocaña se disolvió sin llegar a ningún acuerdo y fue entonces cuando estallaron en toda la república asambleas civiles y militares, donde pedían al Libertador que asumiera el mando absoluto. Que sólo así podía salvarse el país de la disolución. 

Bolívar así lo hizo en julio de 1828. Pero ya el peso de la amargura y la decepción comenzaban a minar su salud. 

Así pasaron los meses hasta que llegamos al fatídico año de 1830. El 20 de enero se instaló un Congreso, que sería el último de esa gran nación. Allí Bolívar renunció. Dijo que Si un hombre fuese necesario para sostener el Estado, ese Estado no debería existir; y al fin no existiría. Se lamentó de las circunstancias que lo obligaron a asumir el poder absoluto, que sólo lo hizo por el bien de la nación y con mucha amargura concluyó expresando lo que para él era el colofón de 20 años de carrera política y militar. Cito: 

Conciudadanos! Me ruborizo al decirlo: la independencia es el único bien que hemos adquirido a costa de los demás. Pero ella nos abre la puerta para reconquistarlos bajo vuestros soberanos auspicios, con todo el esplendor de la gloria y de la libertad. 

Quiso decir que lo único que hasta ese momento se había logrado era la independencia. Más nada. No había desarrollo de la agricultura, ni de la industria, ni de las ciencias… de ningún otro bien, usando sus propias palabras. Y es interesante, porque ese párrafo que les acabo de leer es el último párrafo del último discurso público del Libertador. Cuando dice: “La independencia es el único bien que hemos adquirido”, Bolívar le está diciendo a la historia, a las generaciones futuras que eso había sido lo único en lograrse. Pero el padre de la patria deja abierta una esperanza. Él agrega: Pero ella nos abre la puerta para reconquistarlos bajo vuestros soberanos auspicios, con todo el esplendor de la gloria y de la libertad. 

Y ese es el mandato que el Libertador nos dejó. A un año antes de su partida física, el Libertador nos decía que sobre la base de la independencia, que era importante, por supuesto, pero que no lo es todo, teníamos que trabajar por la ciencia, por la educación, por el fomento de la virtud y por el desarrollo de la industria. 

Y este mandato se completa el 10 de diciembre de 1830, sólo siete días antes de que su maltrecho cuerpo se rindiera, cuando nos dice que todos debíamos trabajar por la unión. El militar desenvainando su espada para que se respete la ley y proteger los derechos del pueblo y el derecho a la República de existir con plena soberanía. El maestro, la maestra, enseñando, el joven atleta, dejando en alto nuestro gentilicio y, en general todos nosotros, compatriotas, cada uno de ustedes, desde el más pequeño al más grande, todos debemos trabajar porque se cumpla el gran sueño de este hombre que amó profundamente a Venezuela y que pareciera seguir viéndonos desde la eternidad de gloria donde se encuentra. 

Y quiero compartir con ustedes el último escrito del Libertador. Lo último que dictó porque es posible que no lo haya escrito con su propio puño. Fue su última carta. Dictada el 11 de diciembre de 1830. Está dirigida al general Justo Briceño, pero al leerla uno sabe, uno siente que su destinatario somos todos nosotros. 

La carta dice así: 

San Pedro, 11 de diciembre de 1830.
Señor:
General Justo Briceño.
Mi querido general:
En los últimos momentos de mi vida, le escribo ésta para rogarle, como la única prueba que le resta por darme de su afecto y consideración, que se reconcilie de buena fe con el general Urdaneta y que se reúna en torno del actual gobierno para sostenerlo. 
Mi corazón, mi querido general, me asegura que usted no me negará este último homenaje a la amistad y al deber. Es sólo con el sacrificio de sofocar sentimientos personales que se podrán salvar nuestros amigos y Colombia misma de los horrores de la anarquía.
El portador de ésta, que es su amigo, ratificará a usted los deseos que le he manifestado en favor de la unión y del orden. Reciba usted, mi querido general, el último adiós y el corazón de su amigo.
Simón Bolívar

Cuando dice el portador de ésta se refiere a la persona que se llevó la carta para entregarla. Seguramente fue el general O¿Leary y eso explica porqué este general irlandés no estuvo presente en los últimos momentos del Libertador. 

Ultimos momentos que se sucedieron al mediodía del 17 de diciembre de 1830. Sólo 17 personas lo acompañaban: los generales: Mariano Montilla, José María Carreño, José Laurencio Silva y José de La Cruz Paredes, el coronel Belford Wilson, Juan Glenn, el Capitán Andrés Ibarra, Lucas Meléndez, José María Molina, Joaquín de Mier, dueño de la casa, el doctor Manuel Pérez Romero, el doctor Próspero Reverend, Manuel Ujueta, el notario José Catalino Noguera, su sobrino Fernando Bolívar Tinoco y su mayordomo José Palacios. Posiblemente también estaba su cocinera personal: Fernanda Bolaños, a la que Bolívar le decía por cariño “Fernanda Barriga”. 

Para finalizar, permítanme leer el poema Credo a Bolívar del gran poeta guatemalteco Miguel Angel Asturias: 

Creo en la Libertad, Madre de Américacreadora de mares dulces en la tierra,y en Bolívar, su hijo, Señor Nuestro,que nació en Venezuela, padecióbajo el poder español, fue combatidosintióse muerto sobre el Chimborazo,resucitó a la voz de Colombia,tocó al Eterno con sus manosy está parado junto a Dios.
No nos juzgues, Bolívar, antes del día último,porque creemos en la comunión de los hombresque comulgan con el pueblo, sólo el pueblo hace libres a los hombres, proclamamos guerra a muertey sin perdón a los tiranos;Creemos en la resurrección de los héroesy en la vida perdurable de los que, como tú,Libertador no mueren, cierran los ojos y se quedan velando. 

Muchas gracias. 

sábado, 10 de junio de 2017

La academia de Atenas... La Universidad de la antigüedad.


«Platón […] creía que era imposible estudiar la filosofía sin el conocimiento previo de las matemáticas. Motivo por el cual se cree que hizo colocar la célebre frase, colocada en la entrada de la academia que formó en Atenas, “No entres aquí si no eres geómetra”. Se deben a Platón algunas reglas metodológicas como el uso exclusivo de la regla y el compás. Para él los números y las figuras son entidades ideales, inteligibles, eternas, inmutables, independientes y separadas de los seres naturales. Además de ser los principios eternos que gobiernan la naturaleza» (1) 

Cerca del año 388 a.C. Platón fundó en las afueras de Atenas, una escuela de filosofía y matemáticas que pronto comenzó a llamarse “Academia” porque funcionaba en los jardines donde se encontraba la tumba del héroe Academo. 

En la entrada de la Academia Platón mandó a colocar esta inscripción: «Ἀγεωμέτρητος μηδείς εἰσίτω» («No entre quien no sepa Geometría»). En este centro de estudios se debatía sobre artes, política, matemáticas, filosofía, poesía, ética y astronomía. 

Fueron muchos los filósofos y matemáticos que estudiaron en esta escuela. El más famoso es sin duda Aristóteles. Otro destacado estudiante fue Eudoxo de Cnidos. También Heráclides del Ponto, el primero, que sepamos, en afirmar que La Tierra no es el centro del Universo y que ella y los demás planetas giran alrededor del Sol. 

Otros no tan famosos fueron Basilio de Cesarea y Gregorio Nacianceno, quienes estudiaron en la Academia en el siglo IV d.C. y aunque eran cristianos decían que la antigüedad clásica había que respetarla. 

La última etapa de la Academia comenzó con su penúltimo director: Proclo, quien es tenido como el último gran filósofo de la antigüedad. Ya muchas escuelas de filosofía a lo largo del imperio romano habían cerrado, bien por decisión de las autoridades o debido a la presión que grupos cristianos hacían (Los cristianos creían que estas escuelas eran centros que fomentaban el paganismo). 

Para fines del siglo V la Academia de Atenas era prácticamente el último refugio de la filosofía, pero sus días estaban contados. 

Proclo murió en el 485 d.C. La escuela sobrevivió a duras penas unos 44 años más, hasta que el emperador Justiniano, haciendo caso a sus asesores religiosos, decidió clausurarla definitivamente en el año 529. 

Los siete filósofos que la dirigían, entre ellos Damascio de Siria, su último director, tratando de alejarse de la intolerancia religiosa, se fueron a la ciudad de Harrán, al sur de Asia Menor, que estaba bajo el poder persa. Algunos regresaron pocos años después. Hay indicios para suponer que Damascio regresó a Alejandría donde dio clases particulares hasta su muerte en torno al año 545. 

Se acepta que el fin de la edad clásica llegó con la caída del Imperio Romano en el año 476, pero, bien mirado, su fin llegó unos años cincuenta años después, en el 529, cuando la Academia de Atenas tuvo que cerrar sus puertas después de haber sido un faro de saber durante 900 años. 


Platón nació probablemente en Atenas en torno al año 427 a.C. Fue alumno de Sócrates y maestro de Aristóteles. Murió en el año 347 a.C. Su influencia en la filosofía ha sido inmensa. Incluso, alguien dijo que todo el pensamiento filosófico occidental es sólo una nota marginal de la filosofía de Platón. 
(Imagen: Estatua de Platón en la actual Academia de Atenas, en Grecia)

Notas: 
(1)Tomado de: http://aprendeafilosofear.blogspot.com/) 

viernes, 5 de mayo de 2017

La Rebelión de Guatire contra la tiranía de Juan Vicente Gómez.


El centro originario de Guatire. Testigo de varios acontecimientos heroicos. Allí los guatireños decidieron unirse a los liberales en 1859 y allí, setenta años después, se rebelaron contra la tiranía gomecista. 

En Venezuela, en 1928 opositores al gobierno de Juan Vicente Gómez planificaron una rebelión cuya meta era deponer al dictador quien ya tenía veinte años en el poder. La acción se fijó para principios de mayo de 1929. En el plan se preveían alzamientos simultáneos en Los Teques, Calabozo, Guatire, Guarenas, Ocumare del Tuy y Villa de Cura. El gobierno descubrió el complot y éste se abortó. Pero en Guatire _quizás porque no se enteraron que la rebelión se había abortado_ decidieron actuar.

El 5 de mayo de 1929 era domingo. El plan era sencillo: Después de la misa en el Templo Parroquial, un grupo tomaría la plaza y la jefatura civil, otro grupo tomaría la oficina del telégrafo para inutilizarlo e impedir que se llamaran a refuerzos del gobierno 

Así se hizo. El telégrafo, ubicado en una oficina en la calle Concepción, frente a donde se encuentra la capilla del Cristo, fue destruído. En la toma de la Jefatura Civil, frente a la Iglesia, se dio un intercambio de disparos. El Jefe Civil cayó herido de muerte producto de un balazo. (El prof. René García Jaspe es de la tesis de que Ostos, aunque sí fue herido de bala, murió por los machetazos que le propinó Eugenio Muñoz, uno de los rebeldes, cuando intentaba huir por el camino aledaño a la quebrada Las Ánimas (que está detrás del Templo Parroquial).

Según nos cuenta el cronista de la ciudad, Prof. Luis Martus, el cuerpo de Ostos quedó tirado en el suelo y unas señoras piadosas le colocaron una vela cerca, pero las hojas secas de los árboles cercanos tomaron fuego y luego el cadáver. De allí ha venido la tradición oral de que a Ostos lo quemaron vivo. 

Este jefe civil, solía amarrar su caballo de la pata de la Cruz que se encontraba frente al Templo, sin importarle lo que la gente dijera. Me cuenta un tío materno (recientemente fallecido a los 97 años):

_ Nosotros vivíamos en Curazao, así se llamaba el sitio donde estaba el telégrafo. Escuchamos unas detonaciones pero pensamos que eran cohetones por las fiestas patronales que aún seguían. Pero después vimos a la gente corriendo y recuerdo clarito a una señora que pasó gritando que habían matado al jefe civil. 

En la toma de la Jefatura también murió el jefe de la policía. Los rebeldes, una vez controlada la situación, se apoderaron de las armas. 

Para ese momento ya se les había unido muchos hombres del pueblo y exaltados se dirigen a la calle Bermúdez donde había un busto de Alí Gómez, hijo del dictador, fallecido once años antes Derriban el busto y según la tradición se lo llevaron por el camino hacia la hacienda de café Santa Rosa y lo lanzaron en el sitio que se llama “El Salto del Diablo”, que cae a la quebrada Cicuao.

Juan Vicente Gómez. Asumió el poder en 1908.
Gobernó a Venezuela hasta su muerte
en 1935. 
En la noche, con el pueblo tomado, llegan más rebeldes provenientes de la Hacienda Buena Vista y del Rodeo. En este lugar, los hermanos Monroy (cit: René García Jaspe) ejecutan a Luis Medina, Jefe de la construcción de la carretera Guatire-Araira, la cual estaba siendo construida por estudiantes que se habían alzado contra Gómez un año antes y allí los tenían haciendo trabajos forzados. Estando en El Rodeo los rebeldes se enteran que el gobierno ha enviado un batallón para controlar la situación en Guatire, entonces deciden irse hacia Chuspita.

En su paso por Araira se les unieron más hombres. El 7 de mayo cincuenta soldados del gobierno entran a Guatire. Se enteran que los rebeldes están en Chuspita y marchan hacia allá. Se da un enfrentamiento con resultado incierto. 

Es entonces cuando los alzados se percatan que de todos los pueblos que tenían previsto unirse a la rebelión, el único que lo había hecho era Guatire deciden replegarse. Algunos se entregaron y fueron a parar a la cárcel. Los hermanos Monroy decidieron seguir una lucha de guerrillas y estuvieron moviéndose por las montañas de Jericó (al sur de Guatire). Los encontraron en los Valles del Tuy y murieron enfrentándose a las fuerzas de la dictadura.

Sometida la rebelión, el gobierno instauró un toque de queda en Guatire. Nombraron a Encarnación Arenas como Jefe Civil (un hombre muy querido en el pueblo, dueño de la Hacienda Santa Cruz).

Con el correr de los días la situación se normalizó. Así fue como Guatire pasó a la historia como el único pueblo de Venezuela que se alzó contra la dictadura de Juan Vicente Gómez. Como recuerdo sólo hay una calle que se llama Calle “5 de mayo”.

Hace cuatro años hice una encuesta a diez personas en esa calle. La pregunta: ¿Sabe por qué esta calle se llama 5 de mayo?” Ninguno supo.

Debido a esta rebelión fue que un año después el gobierno le negó a Guatire la donación de un busto del Libertador. Los guatireños hicieron una colecta y compraron una estatua que ahora está en la plaza «24 de Julio».

El Valle de Pacairigua y Guatire, donde se encuentra la ciudad de Guatire. Fue durante la época colonial un importante productor de caña de azúcar.  Comenzó a formarse a mediados del siglo XVII. En 1680 fue creada como Parroquia eclesiástica. Hoy es la capital del Municipio Zamora (Estado Miranda, Venezuela).