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"La estructura de las revoluciones científicas
fue publicado en 1962. "Es un análisis sobre la historia de la ciencia.
Su publicación marca un hito en la sociología del conocimiento y
epistemología, y significó la popularización de los términos paradigma y
cambio de paradigma". (Wikipedia. La estructura de las
revoluciones científicas. [Consultado: 12-09-2016])
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Thomas S. Kuhn es uno de los autores que
más ha influenciado la investigación científica en las últimas décadas. Su
libro, La estructura de las revoluciones científicas, desde su aparición en la
década de los sesenta, aparte de ser un indudable éxito en ventas, ha cambiado
notablemente la visión que la historiografía tradicional tenía sobre la
historia de la ciencia. En realidad Kuhn expone brevemente en este ensayo una
nueva manera de abordar la historia de la ciencia y de comprender su devenir.Su
libro, en resumidas cuentas desbarata o decanta totalmente la estructura mental
sobre la que se han apoyado los “hombres de ciencia”. La ciencia no ha sido, ni
es, tan objetiva y “positiva” como se ha creído desde que Augusto Comte la
catalogó como la única que podía salvar al género humano. La ciencia, como
todos las acciones o actividades humanas también comparte con el hombre sus
debilidades, prejuicios, fanatismos y errores.
Kuhn, por lo tanto, ha establecido una
nueva manera de “ver la ciencia” y sus postulados. Basado en su concepto de
“paradigma” ha trascendido los objetivos principales de su ensayo ha influido
notablemente en otros campos como la economía, la política, el derecho y las
actividades empresariales. Muy en boga está el término“parálisis
paradigmática”, que ha sido definida, basándose en Kuhn, como aquello que
paraliza la inventiva, el progreso o el desarrollo debido a una arraigo
exagerado (y hasta inconsciente) en la tradición, en algo que damos por sentado
y verdadero.
Este es un breve resumen del libro “La
estructura de las revoluciones científicas” donde abordaremos éste y otros
conceptos.
Lo primero que debemos definir es qué es
un paradigma. Empezaremos diciendo que los paradigmas no son reglas, aunque
éstas se deriven de ellos. Un paradigma es _en resumidas cuentas_ una
realización científica, aceptada que explica un fenómeno en particular. Entre
algunos paradigmas podemos mencionar: la física newtoniana, la astronomía
ptolemaica, el sistema heliocéntrico de Copérnico, la teoría de la evolución o
la teoría de la relatividad, entre muchas. ¿Son estas teorías o leyes verdades
científicas? La respuesta es un absoluto no. Los paradigmas son algo así como
“verdades elásticas”, es decir creencias muy arraigadas que explican o predicen
un fenómeno y que son aceptadas por la comunidad científica. El sistema
geocéntrico de Ptolomeo fue un paradigma, pero hoy sabemos que La Tierra no es
el centro del sistema solar. Sin embargo ese paradigma sirvió a la ciencia por
casi 1500 años. Entonces, no podemos calificar los paradigmas como mentiras
(por lo menos no lo son en forma deliberada) sino verdades transitorias.
La historiografía tradicional considera la
historia, no sólo la de la ciencia, sino toda la historia, como una acumulación
de hechos, descubrimientos e inventos. Pero, delimitándonos solamente dentro de
la historia de la ciencia, ¿es ésta sólo una acumulación, sin más, de descubrimientos
e inventos? Kuhn va más allá y nos habla que la ciencia se desarrolla por
cambios de paradigmas que siguen a una crisis. Pero, antes de hablar sobre los
cambios paradigmáticos, es necesario definir qué es ciencia normal, enigmas y
anomalías.
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La ciencia normal es aquella que se ajusta
en todo sentido a los paradigmas que la sustentan o la nutren. Es en pocas
palabras, una investigación basada en paradigmas. El hombre de ciencia
investiga un fenómeno en particular siguiendo ideas preconcebidas, ideas que se
ajustan fielmente a su paradigma. Muchas veces, en su quehacer, puede encontrar
fenómenos o situaciones que no encajan dentro de él. Es entonces cuando, o bien
descarta el fenómeno _catalogándolo como un hecho aislado, o bien lo atribuye a
un error en sus procesos e instrumentos. Es cierto que muchas veces, en
cualquier experimento o investigación, puede suceder algo que no se ajuste al
paradigma debido a errores en los instrumentos o en la observación, pero no
siempre sucede así. Cuando el científico percibe el fenómeno en cuestión muchas
veces lo que hace es catalogarlo como un enigma y sigue su trabajo dentro de la
ciencia normal y el paradigma continúa incólume, pero también puede “percibir”
el fenómeno desde otra óptica y catalogarlo como una “anomalía”. Es decir, un
fenómeno para el que el investigador no estaba preparado. Aunque una anomalía
contradiga su paradigma, al principio el científico se niega a aceptarlos,
simplemente porque eso no “cuadra”, no encaja dentro de sus ideas
preconcebidas, es decir, dentro de sus paradigmas.
Así vemos, como los paradigmas retrasan
los descubrimientos o impiden el avance de la ciencia. Al romper con ellos se
produce inevitablemente una revolución científica.Pero, es necesario acotar
aquí, que una revolución científica produce a su vez nuevos paradigmas.
Los paradigmas llevan en sí mismos la
facultad de que se sustituyan por otros paradigmas. Más aún, mientras más
elaborado sea un paradigma, más vulnerable es. Pero, ¿qué lleva a los
científicos a permanecer estancados dentro de un paradigma? Muchas veces se
cree que un paradigma es una verdad, o peor aún, que es LA VERDAD. Es lo que
anteriormente llamábamos “parálisis paradigmática”. Otras veces se debe a
presiones políticas o religiosas, o presiones de la misma comunidad científica,
que como todo grupo tiene normas para que sus miembros no se salgan de lo
previamente establecido. También nuestros sentidos nos inducen al error. La
esfericidad de La Tierra no puede verse con nuestros sentidos, también es
difícil creer que se mueve, es más fácil pensar que es el Sol el que se mueve y
no nuestro planeta.[1] Es así como, aunque ya los griegos
nos lo habían advertido, nuestros sentidos nos engañan y nos hacen caer en
errores paradigmáticos.
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Se habrá advertido, llegado a este punto,
lo que anteriormente ya esbozábamos: Los paradigmas no son mentiras, tampoco
son reglas, son verdades aceptadas, que explican suficientemente la naturaleza
de tales o cuales fenómenos. Es en todo caso una verdad dogmática[2], un mal necesario. Como ejemplo de esto,
citemos el caso de la geometría euclideana y la no euclideana. La geometría
euclideana es un paradigma que tiene más de dos mil años y que aún se enseña en
las escuelas. Uno de sus postulados dice que por dos puntos sólo pasa una recta
o que la suma de los ángulos internos de un triángulo vale dos rectos (180º).
Lobachevski y otros matemáticos del siglo XIX y XX demostraron que la suma de
los ángulos internos de un triángulo puede valer más de dos rectos. Ahora bien,
¿el paradigma euclideano es falso? No, la geometría de Euclides es válida para
un mundo plano, un mundo bidimensional, pero si consideramos un mundo esférico,
curvo, debemos acatar lo que dice la geometría no euclideana[3].
Para fijar aún más el concepto de anomalía
dentro de los paradigmas hablemos un poco de la teoría de la evolución. Aquí
nos encontramos con lo que los investigadores dentro de la ciencia normal
llaman un enigma: ¿dónde está el eslabón entre el simio[4] y el hombre? ¿La falta del
“eslabón perdido” es un enigma o una anomalía, es decir un ejemplo al
contrario? Mientras que los científicos crean que es un enigma estarán
defendiendo su paradigma. Alguien “percibirá” que es una anomalía y la teoría
de la evolución entrará en crisis.
Aunque los mismos paradigmas puedan servir
de base para el progreso, el avance de la ciencia, también es cierto que los
mismos pueden retrasarla. Por ejemplo, el “descubrimiento” de América se
retrasó por mucho tiempo debido a los paradigmas imperantes: El océano tenía un
fin por donde los barcos que caerían o los monstruos marinos los devorarían.
Claro está, estas creencias no eran paradigmas científicos pero ilustran cómo
funcionan estos. También hay factores que pueden hacer que la ciencia normal
entre en crisis: descubrimientos imprevistos o nuevas tecnologías basadas en el
mismo paradigma pueden hacer que estos se sustituyan por otros. Por ejemplo, la
invención del telescopio hizo que los hombres vieran mejor el cielo y el
sistema geocéntrico de Ptolomeo comenzó a tambalearse hasta ser sustituido por
el sistema heliocéntrico. Así mismo, hay factores no suficientemente estudiados
que pueden producir cambios notables. La intuición, el genio de algunos hombres
puede “ver” anomalías donde antes nadie las había visto. Galileo, por ejemplo,
llegó a las leyes del péndulo observando el movimiento de una lámpara en la
catedral de Pisa. Claro está que Galileo había sido educado en las nuevas ideas
que pululaban en Europa y no lo podemos catalogar de aristotélico[5], de haber sido así, quizás nunca hubiese
notado el péndulo donde todos los demás sólo veían una lámpara moviéndose.
Un ejemplo que demuestra cómo un paradigma
puede hacer que se descubran nuevas cosas, lo encontramos en el descubrimiento
de Neptuno. Los paradigmas matemáticos que explicaban el movimiento de Urano
tenían ciertas anomalías. Estas anomalías sólo eran explicables por la
presencia de un séptimo planeta. El telescopio hizo lo suyo y tuvieron que
reeditar los libros de texto de astronomía.
Otro paradigma es el hecho de creer que la
vida sólo es posible en un medio como el nuestro. Así vemos como todas las
sondas espaciales enviadas a Marte o Venus, para ver si hay vida en ellos, son
lo que podríamos llamar “sondas con parálisis paradigmática”. Sus computadoras
están programadas más o menos así: “Si no hay oxígeno. No hay vida”. ¿Pero es
que acaso esos seres no pueden respirar azufre, por ejemplo?”. Lógicamente, si
seguimos dentro de esos paradigmas nunca hallaremos vida fuera de la tierra, a
menos que sean seres que vivan en un medio como el nuestro.
Pero muchos científicos se percatan de
esta situación. Cuando la ciencia normal entra en crisis los hombres de ciencia
_como ya lo mencionamos_ o bien tratan de ajustar sus “verdades” a las
anomalías o bien, a pesar de muchos, establecen nuevos paradigmas. Esto
conlleva necesariamente, como ya lo mencionamos, un cambio de visión. Por
ejemplo, el caso de Neptuno;. primero se creyó que era un cometa, o una
estrella, pero su “comportamiento” chocaba con el paradigma de un sistema solar
de siete planetas. El paradigma entró en crisis y hubo de aceptar después de un
minucioso análisis que se trataba de un nuevo planeta. Esto cambió la visión de
los científicos y en los veinte años posteriores encontraron a Plutón y nuevos
asteroides. Es decir, el paradigma los influenció o los adecuó para hacer
nuevos descubrimientos.
Existen sin lugar a dudas factores políticos,
sociales, económicos y religiosos que mantienen los paradigmas, Ello explica el
hecho de que los mayores avances científicos se hayan dado en los últimos cien
años y casi nada en los 10000 años anteriores. En este siglo prácticamente cada
cinco años se rompe un paradigma, la masificación y velocidad de la información
ha contribuido a ello. La física aristotélica duró en cambio más de 1000 años.
La geometría euclideana unos 2000, y el sistema geocéntrico de Ptolomeo unos
1500. En cambio, de los paradigmas de Newton a los de Einstein hay apenas 400
años. Y la tendencia va en aumento.
Queremos fijar aun más el concepto de
anomalía dentro de la ciencia normal, ya que ella es la génesis de la
revolución científica. Ya hemos dicho que las observaciones que no se adaptan
al paradigma son vistos como enigmas dentro de la ciencia normal, pero son
vistas como anomalías dentro de la ciencia en crisis. Por ejemplo, Roegten, el
descubridor de los rayos X, viviendo a fines del siglo XIX, cuando la ciencia
estaba quizás en una de sus últimas crisis, pudo darse cuenta, experimentando
con rayos catódicos, que aparecían otros rayos extraños. Después de demostrar
que el fenómeno no era un error en sus instrumentos, tuvo que concluir que
estaba frente a una anomalía. Al investigar pudo establecer la existencia de
estos rayos, a los que llamó X porque no sabía de qué se trataban. Copérnico
consideró como anomalías, o ejemplos al contrario, lo que los seguidores de
Ptolomeo habían catalogado como enigmas y eso lo llevó al sistema
heliocéntrico. Un nuevo paradigma que revolucionó la ciencia hace cuatrocientos
años.
En la vida cotidiana, en las actividades
empresariales y en la vida de cada ser humano existen paradigmas. La teoría de
Kuhn explica muchas de las situaciones con las que nos enfrentamos a diario.
Así vemos como en determinada empresa suceden anomalías, por ejemplo, una
ganancia extra que no puede ser explicada por el paradigma con que dicha
empresa se mueve. Es necesario, entonces una revolución, analizar el factor
anómalo y cambiar el paradigma[6]. En realidad, el progreso sólo sobreviene
cuando estamos constantemente en la búsqueda de situaciones anómalas, ejemplos
que contradicen nuestras creencias o lo que creemos que es la verdad. Analizar
estas “anormalidades” nos lleva a considerar nuevos paradigmas, tal vez más
útiles que los anteriores.
Paradigmas
sucesivos, concatenados deben haber llevado a la ciencia a su estado
actual. En algún momento, un paradigma condujo a otros y éste a otros, y
así sucesivamente. Tal vez la evolución de la ciencia hubiese sido otra. Así
como la evolución social, política y económica también pudo también haber sido
otra. En realidad toda la vida humana, en todos sus aspectos, ha sido condicionada
y dirigida por paradigmas. Y al parecer seguirá siendo así. Hay infinitos
caminos por donde transitar, pero sólo uno hemos transitado. Se hace necesario,
urgente, un cambio no del método científico, o de la cosmovisión de los
científicos, sino tratar que la ciencia no siga aferrándose a paradigmas. Eso
es lo que la convierte casi en un artículo de fe. Tal vez, la filosofía puede
enseñar a los científicos a abordar los problemas, enigmas o anomalías, o como
quiera llamárseles, con una actitud _y aptitud_ absolutamente objetiva, libre
de prejuicios, suposiciones y creencias. Podríamos concluir, a pesar nuestro,
que el hombre ha construido la ciencia sobre una inmensa montaña de paradigmas,
de verdades elásticas o transitorias, que llevan en sí mismas el germen de su
destrucción... para ser sustituidas por otros paradigmas.
Notas:
[1] Es necesario mencionar que el Sol también se
mueve. Tiene un movimiento sobre sí mismo (rotación) y un movimiento de
traslación alrededor de la Vía Láctea, arrastrando a todo el Sistema Solar
junto con él.
[3] La geometría no euclideana permitió a Einstein
plantear la teoría de la relatividad. Este es otro caso de como los
descubrimientos científicos no pueden, como decía Kuhn, ser atribuidos a una
sola persona. Sin la geometría de Lobachevsky, Einstein no hubiera podido
llegar a su teoría de la relatividad.
[4] Es necesario aclarar que Darwin no mencionó
nunca que el hombre descendiera del simio, sino que ambas especies tienen un
antepasado común.
[5] La filosofía de Aristóteles quien vivió
trescientos años antes de Cristo había sido el paradigma fundamental de toda la
ciencia durante más de 1000 años. El paradigma era tan fuerte que los
científicos daban por verdadero todo lo que Aristóteles había dicho y por falso
todo lo que lo contradecía. Cuando un conocimiento científico se ajustaba a
Aristóteles los hombres de ciencia decían: “Aristóteles dixit” (“Aristóteles lo
dijo”).
[6] La mayoría de las empresas modernas han tomado
la teoría de Kuhn para redimensionar y mejorar sus negocios. El proceso es
conocido como reingeniería.
Esta entrada también está publicada
en http://saberyconocermas.obolog.es/ (blog de mi autoría).
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