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domingo, 20 de noviembre de 2016

La espía que no los amó.


La historia de Marita dice tanto sobre lo que una persona puede llegar a hacer sugestionada por las agencias de espionaje o por buscar la aventura y vivir la vida siempre en el borde. En la fotografía, la espía Marita Lorenz junto a Fidel Castro.  

El título de este post se parece al título de una novela de Ian Fleming, publicada en 1962 y a una película de la saga de James Bond, del año 1977, que no tiene nada que ver con la novela. Pero este post no tiene nada que ver ni con la novela ni con la película. Pésima, por cierto. 

Les hablaré de Marita Lorenz... la espía que supuestamente amó a Fidel Castro y también a Marcos Pérez Jiménez. Ella era una agente de la CIA y uno se pregunta: ¿Qué lleva a una espía a acostarse con un marxista y con un nacionalista si ambas cosas son diametralmente opuestas? 

_Bueno, eso no tiene nada que ver _diría Marita. 


Y tiene razón. La cama, al igual que la sepultura, son las dos cosas que siempre terminan por igualar todo en este mundo. 

Marita Lorenz nació en 1939, en Bremen, Alemania. En 1945, terminada la Segunda Guerra Mundial, ella y su familia fueron confinadas por los aliados a un campo de concentración. Dos años después, con sólo siete años, fue violada por un soldado estadounidense en ese campo de concentración. 

Liberados poco después se fueron a Nueva York, donde sus padres fueron reclutados por la CIA. En febrero de 1959 su padre es enviado a La Habana, como capitán de un barco turístico, pero en realidad estaba en misión de espionaje (un mes antes los revolucionarios cubanos habían triunfado). Allí el marinero conoce a Fidel Castro y le presenta a su hija Marita. Ella se siente atraída inmediatamente por Fidel y él le corresponde. Se hacen amantes. Marita queda embarazada. 

No se sabe a ciencia cierta qué sucedió; pero unos meses después, ella se encuentra en los Estados Unidos y ya no está embarazada. Se ha dicho que fue sacada de La Habana por un comando de la CIA quienes la obligaron a abortar.  

Es entonces cuando la CIA la convence de trabajar para ellos. La misión: Matar a Fidel Castro. El plan era sencillo: Llegaría a La Habana fingiendo que logró salir clandestinamente de Estados Unidos y le diría a Fidel que aún lo amaba. Pero en su maleta llevaría una ampolla de un poderoso veneno. 


Marita Lorenz con su hija Mónica, la niña
que le dio a Marcos Pérez Jiménez. 

Así lo hicieron, Marita llegó a La Habana en Julio de 1960 y a través de un tercero mandó a decirle a Fidel que quería verlo. 

Fidel la recibió en el Palacio de Gobierno. Al verla, el comandante le preguntó: 

_ ¿Has venido a matarme? 

Ella, desconcertada ante la pregunta respondió, nerviosa:

_ Sí.

Fidel le pone una pistola en la mano y le dice:

_ Toma, haz lo que viniste a hacer. 

_ No puedo _le dijo Marita mientras le devolvía la pistola.

Fidel le respondió:

_ Vete Marita. Sal de Cuba y no regreses más.

Un año más tarde, en 1961, Marita conoce en Nueva York al ex presidente de Venezuela, Marcos Pérez Jiménez y se hacen amantes. Nunca se supo si fue un plan de la CIA para vigilar de cerca a Pérez Jiménez que estaba en negociaciones con otros gobiernos para retomar el poder en Venezuela o si de verdad se enamoraron.

Pérez Jiménez nunca quiso hablar de Marita Lorenz. Pero ella si tuvo a la niña que él le engendró. Le puso por nombre Mónica. 

Marita Lorenz, la espía que no pudo matar a Fidel y amante de Marcos Pérez Jiménez tuvo un tiempo de fama en los años setenta y ochenta, gracias a dos libros que publicó. Pero hoy, a los 77 años, languidece en un ancianato en Nueva York. Mientras tanto, su hija Mónica anda por allí, buscando su lugar en el mundo...


Mónica Lorenz (n. 1962) (o como ella se hace llamar Mónica Pérez Jiménez) tuvo una infancia difícil. Hace pocos años confesó que de niña fue abusada varias veces en un colegio católico donde estudió. Después trabajó como modelo para la revista Play Boy. Vive en Nueva York y desconozco si mantuvo contacto con su padre, quien murió en Madrid en 2001. El cineasta alemán Wilfried Huismann, quien ha realizado varios documentales sobre la red de intrigas de la CIA en América Latina y Europa  ha catalogado a Mónica como una «hija de la guerra fría».

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