«cuando vi la casa de Artemisa, allí encaramada en las nubes, esos otros mármoles perdieron su brillo, y dije: aparte de desde el Olimpo, el Sol nunca pareció jamás tan grande»
ANTIPATRO DE SIDON
Hay en Turquía una antigua ciudad griega, específicamente jónica, que destaca por la gran cantidad que posee de ruinas de la época clásica. Se llamaba Éfeso y muchos la recordarán por tres aspectos, dos seguros y uno que pertenece a la leyenda: En ella estaba el hermoso templo a la diosa Artemisa, considerado una de las siete maravillas del mundo, el segundo es que poseía una gran biblioteca, la Biblioteca de Celso, tan importante como la de Alejandría y allí vivieron y murieron Juan el Apóstol y María de Nazaret, la madre de Jesús.
El origen de Éfeso se ubica probablemente en el siglo IX a.C. pero los detalles están envueltos en la leyenda. El historiador del siglo I, Estrabón, citando a Ferécides (siglo V) atribuye la fundación de esta ciudad a colonos provenientes del sur, quizás de Mileto. Como sea, la ciudad, ya era un importante puerto en el siglo IV a.C.
El Templo a Artemisa que ellos erigieron fue visitado por Antípatro de Sidón en el siglo II a.C. Éste escribió:
«He posado mis ojos sobre la muralla de la dulce Babilonia, que es una calzada para carruajes, y la estatua de Zeus de los alfeos, y los jardines colgantes, y el Coloso del Sol, y la enorme obra de las altas Pirámides, y la vasta tumba de Mausolo; pero cuando vi la casa de Artemisa, allí encaramada en las nubes, esos otros mármoles perdieron su brillo, y dije: aparte de desde el Olimpo, el Sol nunca pareció jamás tan grande»
En el referido texto, Antípatro menciona las que él consideraba las siete maravillas del mundo. Nótese que considera que el Templo de Artemisa es la más hermosa de todas.
El Templo comenzó a construirse en el gobierno del rey Creso (595 a.C. - 536 a.C) hacia el año 550 a.C. El arquitecto contratado fue Hersifrón, quien había presentado un ambicioso proyecto y una idea que a algunos les pareció descabellada: construir el templo en un terreno pantanoso ya que así soportaría mejor los constantes terremotos que había en la región. Se cree que la construcción duró unos 100 años. En la dirección de la obra, después de la muerte de Hersifrón le siguió su hijo Metágenes, quien fue ayudado por el arquitecto Teodoro.
Rodeado de jardines, fuentes y estatuas, el Templo de Artemisa en Éfeso permaneció en pie durante casi 800 años. |
El Templo tenía 110 metros de largo, 55 de ancho y 27 de altura. Estaba rodeado por 127 columnas (de 18 metros de altura cada una).
Como Éfeso era una ciudad muy rica (por su activo comercio), el Templo estaba profusamente decorado, lleno de estatuas y de pinturas, detalles con perlas y otras piedras preciosas. Dos pares de caballos de bronce adornaban su entrada. Dentro se encontraba la estatua de dos metros de la diosa. Estaba rodeado de hermosos jardines. Era tal su belleza que muchas personas venían de todas partes sólo para verlo.
Cien años después que se hubo concluido el Templo, vivía en Éfeso un hombre con un gran problema de autoestima, se llamaba Erostrato. El 21 de julio de 356 a.C. Erostrato incendió el Templo. Lo capturaron y cuando le preguntaron el porqué lo había hecho, él contestó: «Quiero que mi nombre nunca desaparezca de la historia».
Los jueces decidieron que el mejor castigo para Erostrato era olvidarlo. No se sabe si lo ejecutaron, pero se emitió un decreto de que nadie podía mencionarlo para que fiera olvidado. Pero ya vemos que no fue así. Hoy día la palabra erostratismo se refiere al desequilibrio mental que lleva a alguien a cometer un delito (generalmente crímenes seriales) sólo para obtener fama.
Casualmente el incendio se produjo la misma noche en que, varios kilómetros al oeste, nacía Alejandro Magno. (Los efesios dijeron que la diosa Artemisa no detuvo a Erostrato porque estaba ocupada cuidando el nacimiento de Alejandro).
Precisamente veinte años después de este incendio, Alejandro pasó por esta ciudad y se ofreció para pagar la reconstrucción del tempo. Los efesios se opusieron alegando que no estaría bien que un Dios le construya un templo a otro Dios. Sin embargo el templo fue reconstruido bajo la dirección del arquitecto Dinócrates.
Artemisa fue una diosa de origen oriental. Era la divinidad de la tierra, de la fecundidad. |
El tiempo pasó. Éfeso siguió prosperando y al parecer la única preocupación de sus gobernantes era lograr tener más libros en su Biblioteca que los que tenía la de Alejandría. No se percataron que el puerto se sedimentaba rápidamente.
Hacia mediados del siglo I llegó a Éfeso un hombre predicando una nueva religión. Era el cristiano Pablo quien despotricaba de dioses y de sus imágenes. Cerca del Templo había un hombre llamado Demetrio que hacía templos pequeñitos para los turistas y ganaba mucho dinero. Vio que si la gente se convertía al cristianismo entonces su negocio peligraba. Habló con los que se dedicaban a ese oficio y les dijo: «Tenemos que deshacernos de ese tal Pablo quien anda diciendo que los dioses hechos por mano no existen. Si la gente se vuelve cristiana nuestro negocio peligra». Una multitud se reunió a las afueras del templo y prometieron nunca abrazar esa nueva fe y gritaron: «¡Grande es Artemisa de los Efesios!». Entonces fueron todos y capturaron a Aristarco y a Gayo, cristianos, amigos de Pablo, y se los llevaron al Teatro donde asistió mucha gente sin saber qué pasaba, Las autoridades de la ciudad se reunieron en el teatro y no hallando culpabilidad en Aristarco y Gayo los dejaron ir.
La Biblia, en el capítulo 19 de Hechos de los Apóstoles, lo narra así:
Un platero, llamado Demetrio, fabricaba figuritas de plata del templo de Artemisa, y con esto procuraba buenas ganancias a los artífices. Reunió a éstos junto con otros que vivían de artes parecidas, y les dijo: «Compañeros, ustedes saben que esta industria es la que nos deja las mayores ganancias. Pero como ustedes mismos pueden ver y oír, ese Pablo ha cambiado la mente de muchísimas personas, no sólo en Éfeso, sino en casi toda la provincia de Asia. Según él, los dioses no pueden salir de manos humanas. No son sólo nuestros intereses los que salen perjudicados, sino que también el templo de la gran diosa Artemisa corre peligro de ser desprestigiado. Al final se acabará la fama de aquella a quien adora toda el Asia y el mundo entero».
Este discurso despertó el furor de los oyentes y empezaron a gritar: «¡Grande es la Artemisa de los Efesios!» El tumulto se propagó por toda la ciudad. La gente se precipitó al teatro arrastrando consigo a Gayo y Aristarco, dos macedonios, compañeros de viaje de Pablo. Pablo quería enfrentarse con la muchedumbre, pero los discípulos no lo dejaron. Incluso algunos consejeros, amigos suyos, de la provincia de Asia, le mandaron a decir que no se arriesgara a ir al teatro.
Mientras tanto la asamblea estaba sumida en una gran confusión. Unos gritaban una cosa, otros otra, y la mayor parte no sabían ni por qué estaban allí. En cierto momento algunos hicieron salir de entre la gente a un tal Alejandro, a quien los judíos empujaban adelante. Quería justificarlos ante el pueblo y pidió silencio con la mano. Pero cuando se dieron cuenta de que era judío, todos a una voz se pusieron a gritar, y durante casi dos horas sólo se oyó este grito: «¡Grande es la Artemisa de los efesios!»
Al fin el secretario de la ciudad logró calmar a la multitud y dijo: «Ciudadanos de Éfeso, ¿quién no sabe que la ciudad de Éfeso guarda el templo de la gran Artemisa y su imagen caída del cielo? Siendo esto algo tan evidente, conviene que ustedes se calmen y no cometan ninguna locura. Estos hombres que han traído aquí no han profanado el templo, ni han insultado a nuestra diosa. Si Demetrio y sus artífices tienen cargos contra alguno, para eso están las audiencias y los magistrados: que presenten allí sus acusaciones. Y si el asunto es de mayor importancia, que se resuelva en la asamblea legal. Han pensado ustedes que podríamos ser acusados de rebelión por lo ocurrido hoy? No tendríamos excusa alguna para justificar este tumulto".Y dicho esto, disolvió la asamblea.
Doscientos años después de estos hechos los galos dañaron severamente el Templo. El culto a la diosa siguió haciéndose en lo que quedó de él. Cien años después, en el siglo V, Juan Crisóstomo, Patriarca de Constantinopla, decretó que el culto a Artemisa estaba fuera de la ley y esto ocasionó que el templo fuera destruido poco a poco para usar su mármol en la construcción de otros edificios, especialmente en Constantinopla. .
En cuanto a Éfeso, su puerto terminó por sedimentarse y fue abandonado. Siendo ese puerto el núcleo de su economía la ciudad poco a poco desapareció. A fines del siglo XIX se iniciaron las excavaciones. Éfeso es hoy un destino turístico para contemplar sus numerosas ruinas, especialmente una de las 127 columnas del Templo de Artemisa, lo único que queda en pie de lo que la la más hermosa de las siete maravillas del mundo.
Epílogo.
Recientes estudios parecen confirmar que el Templo de Artemisa en Éfeso funcionaba también como un banco y que el incendio del 356 a.C. fue realmente provocado por los mismos guardias quienes, en medio del incendio, se apoderaron de gran parte del tesoro que allí estaba depositado, después culparon a un demente que solía merodear cerca del Templo: Erostrato.
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