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lunes, 12 de septiembre de 2016

Análisis del libro "La estructura de las Revoluciones Científicas" de Thomas Kuhn


"La estructura de las revoluciones científicas fue publicado en 1962. "Es un análisis sobre la historia de la ciencia. Su publicación marca un hito en la sociología del conocimiento y epistemología, y significó la popularización de los términos paradigma y cambio de paradigma". (Wikipedia. La estructura de las revoluciones científicas. [Consultado: 12-09-2016])

Thomas S. Kuhn es uno de los autores que más ha influenciado la investigación científica en las últimas décadas. Su libro, La estructura de las revoluciones científicas, desde su aparición en la década de los sesenta, aparte de ser un indudable éxito en ventas, ha cambiado notablemente la visión que la historiografía tradicional tenía sobre la historia de la ciencia. En realidad Kuhn expone brevemente en este ensayo una nueva manera de abordar la historia de la ciencia y de comprender su devenir.Su libro, en resumidas cuentas desbarata o decanta totalmente la estructura mental sobre la que se han apoyado los “hombres de ciencia”. La ciencia no ha sido, ni es, tan objetiva y “positiva” como se ha creído desde que Augusto Comte la catalogó como la única que podía salvar al género humano. La ciencia, como todos las acciones o actividades humanas también comparte con el hombre sus debilidades, prejuicios, fanatismos y errores.

Kuhn, por lo tanto, ha establecido una nueva manera de “ver la ciencia” y sus postulados. Basado en su concepto de “paradigma” ha trascendido los objetivos principales de su ensayo ha influido notablemente en otros campos como la economía, la política, el derecho y las actividades empresariales. Muy en boga está el término“parálisis paradigmática”, que ha sido definida, basándose en Kuhn, como aquello que paraliza la inventiva, el progreso o el desarrollo debido a una arraigo exagerado (y hasta inconsciente) en la tradición, en algo que damos por sentado y verdadero.

Este es un breve resumen del libro “La estructura de las revoluciones científicas” donde abordaremos éste y otros conceptos.

Lo primero que debemos definir es qué es un paradigma. Empezaremos diciendo que los paradigmas no son reglas, aunque éstas se deriven de ellos. Un paradigma es _en resumidas cuentas_ una realización científica, aceptada que explica un fenómeno en particular. Entre algunos paradigmas podemos mencionar: la física newtoniana, la astronomía ptolemaica, el sistema heliocéntrico de Copérnico, la teoría de la evolución o la teoría de la relatividad, entre muchas. ¿Son estas teorías o leyes verdades científicas? La respuesta es un absoluto no. Los paradigmas son algo así como “verdades elásticas”, es decir creencias muy arraigadas que explican o predicen un fenómeno y que son aceptadas por la comunidad científica. El sistema geocéntrico de Ptolomeo fue un paradigma, pero hoy sabemos que La Tierra no es el centro del sistema solar. Sin embargo ese paradigma sirvió a la ciencia por casi 1500 años. Entonces, no podemos calificar los paradigmas como mentiras (por lo menos no lo son en forma deliberada) sino verdades transitorias.

La historiografía tradicional considera la historia, no sólo la de la ciencia, sino toda la historia, como una acumulación de hechos, descubrimientos e inventos. Pero, delimitándonos solamente dentro de la historia de la ciencia, ¿es ésta sólo una acumulación, sin más, de descubrimientos e inventos? Kuhn va más allá y nos habla que la ciencia se desarrolla por cambios de paradigmas que siguen a una crisis. Pero, antes de hablar sobre los cambios paradigmáticos, es necesario definir qué es ciencia normal, enigmas y anomalías.

Los paradigmas, en su acepción kuhntiana son esquemas mentales, ideas o creencias (con razón o sin ella) a través de las cuales interpretamos el mundo. 

La ciencia normal es aquella que se ajusta en todo sentido a los paradigmas que la sustentan o la nutren. Es en pocas palabras, una investigación basada en paradigmas. El hombre de ciencia investiga un fenómeno en particular siguiendo ideas preconcebidas, ideas que se ajustan fielmente a su paradigma. Muchas veces, en su quehacer, puede encontrar fenómenos o situaciones que no encajan dentro de él. Es entonces cuando, o bien descarta el fenómeno _catalogándolo como un hecho aislado, o bien lo atribuye a un error en sus procesos e instrumentos. Es cierto que muchas veces, en cualquier experimento o investigación, puede suceder algo que no se ajuste al paradigma debido a errores en los instrumentos o en la observación, pero no siempre sucede así. Cuando el científico percibe el fenómeno en cuestión muchas veces lo que hace es catalogarlo como un enigma y sigue su trabajo dentro de la ciencia normal y el paradigma continúa incólume, pero también puede “percibir” el fenómeno desde otra óptica y catalogarlo como una “anomalía”. Es decir, un fenómeno para el que el investigador no estaba preparado. Aunque una anomalía contradiga su paradigma, al principio el científico se niega a aceptarlos, simplemente porque eso no “cuadra”, no encaja dentro de sus ideas preconcebidas, es decir, dentro de sus paradigmas.

Así vemos, como los paradigmas retrasan los descubrimientos o impiden el avance de la ciencia. Al romper con ellos se produce inevitablemente una revolución científica.Pero, es necesario acotar aquí, que una revolución científica produce a su vez nuevos paradigmas.

El paradigma del sistema geocéntrico de Ptolomeo dominó la ciencia durante unos 1500 años. Pero las anomalías que presentaba hizo que entrara en crisis y fue sustituido por el paradigma actual: El sistema heliocéntrico. 

Los paradigmas llevan en sí mismos la facultad de que se sustituyan por otros paradigmas. Más aún, mientras más elaborado sea un paradigma, más vulnerable es. Pero, ¿qué lleva a los científicos a permanecer estancados dentro de un paradigma? Muchas veces se cree que un paradigma es una verdad, o peor aún, que es LA VERDAD. Es lo que anteriormente llamábamos “parálisis paradigmática”. Otras veces se debe a presiones políticas o religiosas, o presiones de la misma comunidad científica, que como todo grupo tiene normas para que sus miembros no se salgan de lo previamente establecido. También nuestros sentidos nos inducen al error. La esfericidad de La Tierra no puede verse con nuestros sentidos, también es difícil creer que se mueve, es más fácil pensar que es el Sol el que se mueve y no nuestro planeta.[1] Es así como, aunque ya los griegos nos lo habían advertido, nuestros sentidos nos engañan y nos hacen caer en errores paradigmáticos.

Se habrá advertido, llegado a este punto, lo que anteriormente ya esbozábamos: Los paradigmas no son mentiras, tampoco son reglas, son verdades aceptadas, que explican suficientemente la naturaleza de tales o cuales fenómenos. Es en todo caso una verdad dogmática[2], un mal necesario. Como ejemplo de esto, citemos el caso de la geometría euclideana y la no euclideana. La geometría euclideana es un paradigma que tiene más de dos mil años y que aún se enseña en las escuelas. Uno de sus postulados dice que por dos puntos sólo pasa una recta o que la suma de los ángulos internos de un triángulo vale dos rectos (180º). Lobachevski y otros matemáticos del siglo XIX y XX demostraron que la suma de los ángulos internos de un triángulo puede valer más de dos rectos. Ahora bien, ¿el paradigma euclideano es falso? No, la geometría de Euclides es válida para un mundo plano, un mundo bidimensional, pero si consideramos un mundo esférico, curvo, debemos acatar lo que dice la geometría no euclideana[3]

Para fijar aún más el concepto de anomalía dentro de los paradigmas hablemos un poco de la teoría de la evolución. Aquí nos encontramos con lo que los investigadores dentro de la ciencia normal llaman un enigma: ¿dónde está el eslabón entre el simio[4] y el hombre?  ¿La falta del “eslabón perdido” es un enigma o una anomalía, es decir un ejemplo al contrario? Mientras que los científicos crean que es un enigma estarán defendiendo su paradigma. Alguien “percibirá” que es una anomalía y la teoría de la evolución entrará en crisis.

Aunque los mismos paradigmas puedan servir de base para el progreso, el avance de la ciencia, también es cierto que los mismos pueden retrasarla. Por ejemplo, el “descubrimiento” de América se retrasó por mucho tiempo debido a los paradigmas imperantes: El océano tenía un fin por donde los barcos que caerían o los monstruos marinos los devorarían. Claro está, estas creencias no eran paradigmas científicos pero ilustran cómo funcionan estos. También hay factores que pueden hacer que la ciencia normal entre en crisis: descubrimientos imprevistos o nuevas tecnologías basadas en el mismo paradigma pueden hacer que estos se sustituyan por otros. Por ejemplo, la invención del telescopio hizo que los hombres vieran mejor el cielo y el sistema geocéntrico de Ptolomeo comenzó a tambalearse hasta ser sustituido por el sistema heliocéntrico. Así mismo, hay factores no suficientemente estudiados que pueden producir cambios notables. La intuición, el genio de algunos hombres puede “ver” anomalías donde antes nadie las había visto. Galileo, por ejemplo, llegó a las leyes del péndulo observando el movimiento de una lámpara en la catedral de Pisa. Claro está que Galileo había sido educado en las nuevas ideas que pululaban en Europa y no lo podemos catalogar de aristotélico[5], de haber sido así, quizás nunca hubiese notado el péndulo donde todos los demás sólo veían una lámpara moviéndose.

Donde todo el mundo veía una lámpara Galileo vio el péndulo. 

Un ejemplo que demuestra cómo un paradigma puede hacer que se descubran nuevas cosas, lo encontramos en el descubrimiento de Neptuno. Los paradigmas matemáticos que explicaban el movimiento de Urano tenían ciertas anomalías. Estas anomalías sólo eran explicables por la presencia de un séptimo planeta. El telescopio hizo lo suyo y tuvieron que reeditar los libros de texto de astronomía.

Otro paradigma es el hecho de creer que la vida sólo es posible en un medio como el nuestro. Así vemos como todas las sondas espaciales enviadas a Marte o Venus, para ver si hay vida en ellos, son lo que podríamos llamar “sondas con parálisis paradigmática”. Sus computadoras están programadas más o menos así: “Si no hay oxígeno. No hay vida”. ¿Pero es que acaso esos seres no pueden respirar azufre, por ejemplo?”. Lógicamente, si seguimos dentro de esos paradigmas nunca hallaremos vida fuera de la tierra, a menos que sean seres que vivan en un medio como el nuestro.

Pero muchos científicos se percatan de esta situación. Cuando la ciencia normal entra en crisis los hombres de ciencia _como ya lo mencionamos_ o bien tratan de ajustar sus “verdades” a las anomalías o bien, a pesar de muchos, establecen nuevos paradigmas. Esto conlleva necesariamente, como ya lo mencionamos, un cambio de visión. Por ejemplo, el caso de Neptuno;. primero se creyó que era un cometa, o una estrella, pero su “comportamiento” chocaba con el paradigma de un sistema solar de siete planetas. El paradigma entró en crisis y hubo de aceptar después de un minucioso análisis que se trataba de un nuevo planeta. Esto cambió la visión de los científicos y en los veinte años posteriores encontraron a Plutón y nuevos asteroides. Es decir, el paradigma los influenció o los adecuó para hacer nuevos descubrimientos.

Existen sin lugar a dudas factores políticos, sociales, económicos y religiosos que mantienen los paradigmas, Ello explica el hecho de que los mayores avances científicos se hayan dado en los últimos cien años y casi nada en los 10000 años anteriores. En este siglo prácticamente cada cinco años se rompe un paradigma, la masificación y velocidad de la información ha contribuido a ello. La física aristotélica duró en cambio más de 1000 años. La geometría euclideana unos 2000, y el sistema geocéntrico de Ptolomeo unos 1500. En cambio, de los paradigmas de Newton a los de Einstein hay apenas 400 años. Y la tendencia va en aumento. 

Queremos fijar aun más el concepto de anomalía dentro de la ciencia normal, ya que ella es la génesis de la revolución científica. Ya hemos dicho que las observaciones que no se adaptan al paradigma son vistos como enigmas dentro de la ciencia normal, pero son vistas como anomalías dentro de la ciencia en crisis. Por ejemplo, Roegten, el descubridor de los rayos X, viviendo a fines del siglo XIX, cuando la ciencia estaba quizás en una de sus últimas crisis, pudo darse cuenta, experimentando con rayos catódicos, que aparecían otros rayos extraños. Después de demostrar que el fenómeno no era un error en sus instrumentos, tuvo que concluir que estaba frente a una anomalía. Al investigar pudo establecer la existencia de estos rayos, a los que llamó X porque no sabía de qué se trataban. Copérnico consideró como anomalías, o ejemplos al contrario, lo que los seguidores de Ptolomeo habían catalogado como enigmas y eso lo llevó al sistema heliocéntrico. Un nuevo paradigma que revolucionó la ciencia hace cuatrocientos años.

Thomas S. Kuhn fue un físico, historiador y filósofo de la ciencia. Nació en Cincinatti (E.E. U.U) en 1922.  Su libro de marras causó un importante impacto en los círculos académicos e intelectuales. Sin embargo, sólo fue hasta mediados de los años ochenta que su idea básica de la anomalía, los paradigmas comenzó a aplicarse en el mundo empresarial. Kuhn murió en Cambridge (R.U) en 1996. 

En la vida cotidiana, en las actividades empresariales y en la vida de cada ser humano existen paradigmas. La teoría de Kuhn explica muchas de las situaciones con las que nos enfrentamos a diario. Así vemos como en determinada empresa suceden anomalías, por ejemplo, una ganancia extra que no puede ser explicada por el paradigma con que dicha empresa se mueve. Es necesario, entonces una revolución, analizar el factor anómalo y cambiar el paradigma[6]. En realidad, el progreso sólo sobreviene cuando estamos constantemente en la búsqueda de situaciones anómalas, ejemplos que contradicen nuestras creencias o lo que creemos que es la verdad. Analizar estas “anormalidades” nos lleva a considerar nuevos paradigmas, tal vez más útiles que los anteriores.

Paradigmas sucesivos, concatenados deben haber llevado a la ciencia a su estado actual. En algún momento, un paradigma condujo a otros y éste a otros, y así sucesivamente. Tal vez la evolución de la ciencia hubiese sido otra. Así como la evolución social, política y económica también pudo también haber sido otra. En realidad toda la vida humana, en todos sus aspectos, ha sido condicionada y dirigida por paradigmas. Y al parecer seguirá siendo así. Hay infinitos caminos por donde transitar, pero sólo uno hemos transitado. Se hace necesario, urgente, un cambio no del método científico, o de la cosmovisión de los científicos, sino tratar que la ciencia no siga aferrándose a paradigmas. Eso es lo que la convierte casi en un artículo de fe. Tal vez, la filosofía puede enseñar a los científicos a abordar los problemas, enigmas o anomalías, o como quiera llamárseles, con una actitud _y aptitud_ absolutamente objetiva, libre de prejuicios, suposiciones y creencias. Podríamos concluir, a pesar nuestro, que el hombre ha construido la ciencia sobre una inmensa montaña de paradigmas, de verdades elásticas o transitorias, que llevan en sí mismas el germen de su destrucción... para ser sustituidas por otros paradigmas.

Notas: 

[1] Es necesario mencionar que el Sol también se mueve. Tiene un movimiento sobre sí mismo (rotación) y un movimiento de traslación alrededor de la Vía Láctea, arrastrando a todo el Sistema Solar junto con él. 
[2] El dogmatismo considera como verdadero todo aquello que es útil.
[3] La geometría no euclideana permitió a Einstein plantear la teoría de la relatividad. Este es otro caso de como los descubrimientos científicos no pueden, como decía Kuhn, ser atribuidos a una sola persona. Sin la geometría de Lobachevsky, Einstein no hubiera podido llegar a su teoría de la relatividad.
[4] Es necesario aclarar que Darwin no mencionó nunca que el hombre descendiera del simio, sino que ambas especies tienen un antepasado común.
[5] La filosofía de Aristóteles quien vivió trescientos años antes de Cristo había sido el paradigma fundamental de toda la ciencia durante más de 1000 años. El paradigma era tan fuerte que los científicos daban por verdadero todo lo que Aristóteles había dicho y por falso todo lo que lo contradecía. Cuando un conocimiento científico se ajustaba a Aristóteles los hombres de ciencia decían: “Aristóteles dixit” (“Aristóteles lo dijo”). 
[6] La mayoría de las empresas modernas han tomado la teoría de Kuhn para redimensionar y mejorar sus negocios. El proceso es conocido como reingeniería.

Esta entrada también está publicada en http://saberyconocermas.obolog.es/ (blog de mi autoría). 


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