La Frase de la Semana

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jueves, 6 de octubre de 2016

Bolívar, sus sobrinos y algo más.


"La estadística es un estudio necesario en los tiempos que atravesamos, y deseo que la aprenda mi sobrino. Con preferencia se le instruirá en la mecánica y ciencia del ingeniero, pero no contra su voluntad, si no tiene inclinación a esos estudios".

Simón Bolívar siempre supo, desde muy joven, lo importante que era la educación. Seguramente eso le vino porque tuvo como a uno de sus maestros a una de las mentes más geniales: Simón Rodríguez, cuyas ideas educativas eran, en tu tiempo, muy avanzadas (e incluso, todavía lo son). También debe haberle venido de sus lecturas de Rousseau y de otros filósofos de la llamada Ilustración. 

Por eso, fue él, con apenas 20 años de edad, quien le insistió a su hermana María Antonia que enviara a sus dos hijos a estudiar a Francia. Juana aceptó y el mismo Bolívar se llevó a los dos niños a Francia en 1803 (7 y 8 años tenían Pablo Secundino y Anacleto). Era el segundo viaje de Bolívar a Europa y éste con la tristeza por la muerte de su esposa. 

Bolívar dejó a los dos niños como internos en un colegio exclusivo en el centro sur de Francia. El colegio Soreze y se fue a París a tratar de olvidar a María Teresa con fiestas y ustedes saben que más. Pagó por adelantado un año en el colegio. 

Pablo Secundino y Anacleto obtuvieron el certificado de educación básica y no se conocen las razones, pero se vienen a Venezuela en 1809. Apenas eran unos adolescentes. Estalla la guerra de Independencia y ellos se van con su madre a Curazao, después a Martinica y después a La Habana, donde, después de pasar muchas penurias, vieron luz cuando el gobierno español le concedió una pensión a María Antonia (ella la había solicitado diciendo que no tenía nada que ver con lo que andaba haciendo su hermano menor). Regresarán en 1821, cuando Venezuela logra su independencia. 

María Antonia Bolívar nació en 1777 con lo que es la hermana mayor del Libertador (por parte de padre y madre, porque Bolívar tenía otros hermanos por parte de padre). De todos los hijos de Juan Vicente y María de la Concepción ella era la única realista y siempre se refirió a los patriotas como "la chusma". Tuvo, con su esposo Pablo Clemente cuatro hijos: Anacleto, Pablo Secundino, Josefa y Valentina. Ésta última tuvo, entre otros, un niño al que llamaron Gabriel que supuestamente era de ella y de su esposo Gabriel Camacho, pero que es probable que en verdad haya sido hijo del Libertador.  María Antonia murió en 1842 . Anacleto no dejó descendencia, los otros sí. 

Por otra parte, en 1809 nació Fernando, el hijo mayor de Juan Vicente Bolívar Palacios, quien no pudo disfrutar su paternidad porque murió ahogado cuando regresaba de Estados Unidos a donde había ido a buscar apoyo para nuestra independencia y a comprar instrumentos de labranza para las haciendas que ellos tenían. Bolívar se hizo cargo de los tres huérfanos que dejó su hermano: Juan Evangelista, Fernando y Felicia. Juan Evangelista era enfermizo (Suelen aparecer, de vez en cuando en la familia Bolívar-Palacios, vástagos con problemas mentales) pero eso no impidió que viviera hasta anciano, casi sin salir y al cuidado de su madre y tíos maternos, pero Fernando había sacado el ímpetu, el genio y el arrojo que de vez en cuando también se manifestaba en esa familia (Herrera Luque diría que también es otra forma de locura). 


María de la Concepción Palacios, descendiente 
de un rey de España y también de uno de los
fundadores de Caracas, heredó una cuantiosa fortuna. 
Se casó a los 15 años con Juan Vicente Bolívar
 (que tenía 47) y tuvo cinco hijos: María Antonia, Juana,
Juan Vicente, Simón  y María del Carmen, que murió al nacer.
Fue una mujer de gran  sensibilidad artística. Tocaba el arpa. 
Murió en 1792 cuando su  hijo menor, Simón, tenía 9 años de edad. 
Poco se sabe de la niñez de Fernando en medio de la guerra de independencia. Lo más probable es que su madre se haya ido del país mientras duró ese conflicto. Recuérdese que las islas del Caribe se llenaron de miles de venezolanos que huyeron de la guerra. Lo cierto es que para 1822 ya Fernando estaba en Caracas. Tenía 13 años y Bolívar, siempre pensando que la educación era lo mejor para que una persona (y un país) progresara, decidió enviarlo a estudiar a los Estados Unidos, específicamente a la Universidad de Virginia, que había sido recién fundada tres años antes por el ex presidente de Estados Unidos Thomas Jefferson, quien también fue padrino de Miranda en la masonería. 

El encargado de llevarse al niño a los Estados Unidos fue Carlos Soublette, quien, por petición de Bolívar, firmó un fideicomiso con una empresa estadounidense que se encargaría de los gastos del menor. 

Allí comenzó a estudiar Fernando. Incluso, Bolívar le envió una carta a la Universidad donde recomienda cómo debe ser la educación de su sobrino. La carta, que se conserva en la Universidad de Virginia dice: 

"La educación de los niños debe ser siempre adecuada a su edad, inclinaciones, genio y temperamento. Teniendo mi sobrino más de doce años, deberá aplicársele a aprender los idiomas modernos, sin descuidar el suyo. Los idiomas muertos deben estudiarse después de poseer los vivos.La geografía y cosmografía deben ser los primeros conocimientos que haya de adquirir un joven. La historia, a semejanza de los idiomas, debe principiarse a aprender por la contemporánea, para ir remontando por grados hasta llegar a los tiempos oscuros de la fábula. 
Jamás es demasiado temprano para el conocimiento de las ciencias exactas, porque ellas enseñan el análisis en todo, pasando de lo conocido a lo desconocido, y por ese medio aprendemos a pensar y raciocinar con lógica. Mas debe tenerse presente la capacidad del alumno para el cálculo, pues no todos son igualmente aptos para las matemáticas. Generalmente todos pueden aprender la geometría y comprenderla; pero no sucede lo mismo con el álgebra y el cálculo integral y diferencial.La memoria demasiado pronta, siempre es una facultad brillante; pero redunda en detrimento de la comprensión; así es que al niño que demuestra demasiada facilidad para retener sus lecciones de memoria, deberá enseñársele a aprender de memoria y a recitar las composiciones escogidas de los grandes poetas; tanto la memoria como el cálculo, están sujetos a fortalecerse por el ejercicio. La memoria debe ejercitarse cuando sea posible; pero jamás fatigarla hasta debilitarla.
La estadística(1) es un estudio necesario en los tiempos que atravesamos, y deseo que la aprenda mi sobrino. Con preferencia se le instruirá en la mecánica y ciencia del ingeniero, pero no contra su voluntad, si no tiene inclinación a esos estudios.
La música no es preciso que la aprenda, sino en el caso en que tenga pasión por este arte; pero sí debe poseer aunque sea rudimentos del dibujo lineal, de la astronomía, química y botánica, profundizando más o menos en esas ciencias según su inclinación o gusto por alguna de ellas.
La enseñanza de las buenas costumbres o hábitos sociales es tan esencial como la instrucción; por eso debe tener especial cuidado en que aprenda en las cartas de lord Chesterfield a su hijo, los principios y modales de un caballero. La moral en máximas religiosas y en la práctica conservadora de la salud y de la vida, es una enseñanza que ningún maestro puede descuidar.
El derecho romano, como base de la legislación universal, debe estudiarlo. Siendo muy difícil apreciar donde termina el arte y principia la ciencia, si su inclinación lo decide a aprender algún arte u oficio yo lo celebraría, pues abundan entre nosotros médicos y abogados, pero nos faltan buenos mecánicos y agricultores que son los que el país necesita para adelantar en prosperidad y bienestar.
El baile, que es la poesía del movimiento y que da gracias y da soltura a la persona, a la vez que es un ejercicio higiénico en climas templados, deberá practicarlo si es de su gusto.  Sobre todo, recomiendo a usted inspirarle el gusto por la sociedad culta donde el bello sexo ejerce su benéfico influjo; y ese respeto a los hombres de edad, saber y posición social, que hace a la juventud encantadora, asociándola a las esperanzas del porvenir". (Simón Bolívar).  


La "Spanish House" o "Casa Bolívar"
en la Universidad  de Virginia, un anexo de este centro de estudios
donde vivió Fernando Bolívar. La Casa suele ser centro de actividades
académicas y es un museo  que tiene artículos
que pertenecieron a Fernando.   La Universidad de Virginia
fue fundada  por Thomas Jefferson, tercer presidente
de los Estados Unidos de América. 
Pero en 1827 la empresa que manejaba los fondos de Fernando en Estados Unidos se declaró en quiebra y esperar los pagos desde Caracas no era una opción. Con todo, el presidente de los Estados Unidos en ese momento, John Quincy Adams, le pidió que siguiera estudiando a expensas del tesoro de ese país. Fernando no aceptó y regresó primero a Caracas donde el Libertador acaba de irse nuevamente a Bogotá. Entonces pasó a esta ciudad donde asumió el cargo de Secretario privado de su tío. 

Bolívar, en su testamento, establece que la tercera parte de sus bienes pasen a los tres hijos de su hermano: Fernando, Juan Evangelista y Felicia. Cuando Bolívar muere Fernando le escribe a su tía María Antonia: “He quedado huérfano de padre nuevamente”. 

Fernando vivió muchísimos años. Fue amigo de Louis Perú de Lacroix y fue él quien rescató el diario que el francés escribió cuando estuvo con Bolívar en Bucaramanga. También escribió en París: “Recuerdos”, un librito donde narra sus días en la Universidad de Virginia. Un original de ese librito también está en dicha Universidad. Viajó por varias ciudades europeas y escribió mucho con el seudónimo de “Rivolba”. En esos escritos se muestra partidario de la educación universitaria de la mujer, el fin de la esclavitud e incluso muestra su agrado por las ideas de Ezequiel Zamora. 

Regresó a Venezuela en 1898, poco antes de su muerte a los 90 años de edad, en Caracas. 

En su testamento expresó tener tres hijos: Uno con su esposa Altagracia Gautier y dos fuera del matrimonio. 


La única fotografía de un familiar cercano a Bolívar es la de Fernando Bolívar Tinoco. Fernando, al igual que su tío Simón y probablemente su padre Juan Vicente, sacaron los rasgos de los Palacios, al contrario de las hembras que "salieron buscando" al padre. 
La única fotografía que existe de un familiar muy cercano a Bolívar es de Fernando Bolívar Tinoco. Fernando también fue el único familiar cercano al Libertador que lo acompañó en sus últimos momentos. 

Hay descendientes vivos de Fernando. Estos descendientes fueron los propietarios de Bazar Bolívar (una antigua cadena de tiendas) y el mayor de ellos, Luis Fernando Bolívar, ha hecho fortuna vendiendo todos los recuerdos de la familia tanto en U.S.A. como en Gran Bretaña. Sólo las joyas que pertenecieron al Libertador y que heredó Fernando fueron compradas por el estado venezolano en 1982 cuando el presidente en ese momento, Luis Herrera Campins creó una comisión para impedir que se perdiera ese patrimonio. Ahora están en el Banco Central de Venezuela… me parece.

(1) En ese tiempo por "estadística" se entendía más o menos lo que es hoy la sociología. 

4 comentarios:

Unknown dijo...

Muy completo y ameno artículo, de los que busque sobre el tema, éste lo recomiendo.

Unknown dijo...

Muy buen artículo, lo recomiendo

Degards dijo...

Que interesante saber mas sobre la familia del Libertador

Unknown dijo...

Excelente reportaje, muy completo