La Frase de la Semana

Atrévete a saber

sábado, 22 de octubre de 2016

Juana... La mujer que fue Papa.


Juana… Mujer y Papa… Vivió la vida que quiso y no la vida que otros pretendían que viviera. 

Hay una calle en Roma que fue conocida en la Edad Media con el nombre de Vicus Papissae (Calle de la Papisa) y según cuentan, allí había una placa de mármol donde estaba escrito: “Petre Pater Patrum, Papissae Prodito Partum”, que traducido es: «Aquí, Pedro, padre de los padres, desveló el parto de la papisa».

La leyenda es esta: En el siglo IX, una mujer se hizo pasar por hombre y logró que la designaran Papa. Pero quedó embarazada y dio a luz en plena calle. Se hacía llamar Juana. Y esta es su historia. 

Juana, o como quiera que se llamara realmente, nació hace 1200 años en Alemania. Ahora quizás no podemos imaginar cómo era ese país en ese tiempo tan remoto, pero estaba salpicado de pequeños pueblitos, con calles de tierra, chozas y generalmente muy cerca un gran castillo donde vivía el señor feudal.

En ese tiempo las niñas eran criadas para tener un solo propósito en la vida: cuidar de sus maridos. Sus oficios debían ser cocinar, lavar y atender a los hijos. Los domingos, claro está, podían ir a misa. Estaba prohibido, incluso, que aprendieran a leer. 

Pero de vez en cuando, siempre y en todas partes, alguien se sale de lo que los demás quieren que seas. Juana, a pulso, aprendió a leer por sí misma. Es que estaba dotada de una gran inteligencia. 

Cansada de que la consideraran un fenómeno, algo de poco valor, sólo por ser mujer, ella, una noche, siendo adolescente, se fugó de su casa. Se despidió de su hermano un poco mayor que ella y se echó a caminar. 

“¿Pero qué haré en un mundo donde ser mujer es el peor defecto?” –pensaba Juana mientras se dirigía a ninguna parte. 

Entonces lo decidió: Se haría pasar por hombre. 

Cambió sus ropas. Se cortó el cabello y llegó a un monasterio donde nadie sospechó que era mujer. Se recluyo allí y durante meses mantuvo muy bien el secreto. Las mismas normas del monasterio la ayudaron ya que una de ellas consistía en que nadie podía dejarse ver desnudo. En ese tiempo se creía que la desnudez era una vergüenza. 

Viajó a Grecia y de allí se fue a Constantinopla, en ese momento capital del Imperio Romano de Oriente. En esta ciudad aprendió técnicas medicinales que venían de Persia, de La India o de China. Constantinopla era el centro mundial del comercio y allí llegaban comerciantes y eruditos de esos países. También aprendió matemáticas y algo de ingeniería. Y siempre haciéndose pasar por hombre. Para todos ella era un monje. 

Se fue a Roma y en ese momento el Papa estaba enfermo de gota. Juana logró curarlo usando lo que había aprendido en Oriente. Aplicó una terapia que consistía en no ingerir ninguna grasa animal y algunos brebajes que ella misma preparaba. 

Pero el Papa murió a los años y entonces la designaron a ella como Sucesor de San Pedro. No sabían que estaban nombrando realmente a una sucesora de San Pedro. 

Pero por más que durante muchos años había ocultado su verdadero género, Juana era una mujer y en secreto se acostaba con un embajador (o al menos así se dijo). ¡¡Y quedó embarazada!!

Una ilustración de Jacob Kallenberg del siglo XVI muestra a la Papisa Juana dando a luz en medio de una procesión por Semana Santa. Ilustraciones como éstas proliferaron en la primera mitad del siglo XVI cuando estaba en pleno auge la Reforma. 
El ropaje de los papas puede ocultar muy bien un embarazo y ella siguió su vida normal. Hasta que un día, en una procesión ella va en el carruaje papal, hacia la Iglesia de San Juan de Letrán y cuando pasa frente a la Iglesia de San Clemente, se cae del carro y da a luz. El bebé nació muerto y ella muere en el parto. Aunque hay otra versión: Se dice que el pueblo los mató a ambos. 

Tal vez todo esto es una leyenda, pero Martin Lutero, seiscientos años después, lo tomó como uno de sus argumentos para decir que la Iglesia católica romana no era la verdadera iglesia de Cristo iniciando así el rompimiento religioso conocido como la Reforma. 

Además… Uno se pregunta: ¿Por qué desde entonces y hasta nuestros días, los Papas, para ir del Vaticano a San Juan de Letrán, dan un rodeo para no pasar frente a la Iglesia de San Clemente?
Portadas de dos libros y una novela que tocan el tema de la Papisa Juana. La película de 2009 "La pontífice" se basó en la novela homónima escrita por Donna W. Cross. 
La leyenda de la Papisa comenzó con el dominico Jean de Mailly quien en su libro del año 1099 “Crónica del mundo” narra haber escuchado esa historia. Pero nadie hizo mucho caso a este relato, en todo caso Jean de Mailly agregó: “No he verificado si la historia es real”. Pasaron trescientos años y otro dominico, Martinus de Opaya, obispo de Gniezno volvió a hacer mención del suceso: “Una mujer, haciéndose pasar por hombre fue nombrada papa y murió dando a luz frente a la Basilica de San Clemente”·. 

Este obispo escribe: 
Después de León, Juan Ánglico [Juan el inglés], nacido en Maguncia, fue Papa por dos años, siete meses y cuatro días, y murió en Roma, tras lo cual se produjo una vacante en el papado de un mes. Se afirma que este Juan era una mujer que, de niña, había sido llevada a Atenas vestida de hombre por un cierto amante suyo. Allí se hizo experta en una variedad de ramas de conocimiento hasta no tener igual, y después en Roma enseñó artes liberales y grandes maestros salieron de entre sus alumnos y público. Una alta opinión de su vida y su sabiduría se extendió por la ciudad, y fue elegida como Papa. Mientras era Papa, sin embargo, quedó embarazada de un cortesano. Al ignorar la hora exacta en que se esperaba el parto, dio a luz a un niño yendo en procesión desde San Pedro a Letrán, en una calle entre el Coliseo y la iglesia de San Clemente. Después de su muerte, se dice que fue enterrada en este mismo lugar. El Papa siempre se aparta de esta calle, y muchos creen que esto se hace por el bochorno que provocó el evento. Tampoco se la encontrará en la lista de Santos Pontífices, tanto a causa de su pertenencia al sexo femenino como por la repugnancia de la materia.
Entonces, de ser cierto esto, el Papa al que conocemos como Juan VIII (que reinó desde el año 872 hasta el 882) fue realmente la Papisa Juana. 

La actriz Johanna Wokalek como "Juana" y el actor David Wenham como "Gerold", el comandante de su guardia personal y también su amante, en la película "La pontífice" (2009).  

Nota: 

Imagen inicial: La actriz alemana Johanna Wokalek en su papel de Juana, en la película alemana de 2009: "La Pontífice", dirigida por Sönke Wortmann. 

1 comentario:

Sry Star dijo...

El machismo sembrado en los simientos mas básicos del Vaticano.
Una forma de secuestrar el poder para atemorizar y someter a las mujeres en todos los tiempos. La religión católica manchada de sangre hasta la fecha actual.